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El rol de los probióticos en la salud mental
Muchos conocemos algunos beneficios de los probióticos. Sabemos que ayudan a promover un balance en la microbiota y a mejorar la salud intestinal pero ¿Sabías que los probióticos afectan mucho más que tu salud digestiva?
Muchas investigaciones recientes muestran que el intestino y el cerebro están conectados, a esta relación se le conoce como “gut-brain axis” o el eje cebero-intestino. A continuación te explicamos cómo funciona esta curiosa relación y que implicaciones tiene para la salud mental.
El auge de los probióticos
Los probióticos han ganado mucha popularidad en los últimos años. Esto se debe a numerosos estudios que han encontrado evidencia de que las bacterias “buenas” en el intestino pueden estar asociadas con una variedad de afecciones como la diabetes tipo 2, la obesidad (1) y el cáncer de colon.
Se cree que ingerir probióticos en forma de cápsulas, en polvo y a través de comidas fermentadas incide en tu salud al alterar tu microbioma intestinal. La microbiota o el microbioma se refiere la colección de bacterias, levaduras y hongos dentro de tu tracto gastrointestinal.
Sin embargo, el campo es relativamente nuevo y los investigadores todavía están tratando de comprender las complejas interacciones entre los probióticos y la salud digestiva.
Entre estas interacciones, una de las más fascinantes es cómo el intestino afecta nuestra salud mental
El vínculo entre el intestino y el cerebro
El intestino puede parecer el último lugar para tratar una enfermedad mental. Sin embargo, los expertos argumentan que comprender el microbioma puede ayudar a revolucionar los tratamientos para mejorar la salud mental.
Existe una parte poco conocida del sistema nervioso ubicada en nuestro intestino. Se llama sistema nervioso entérico. La red de nervios, neuronas y neurotransmisores del sistema nervioso entérico se extiende a lo largo de todo el tracto digestivo, desde el esófago, pasando por el estómago y los intestinos.
Debido a que el sistema nervioso entérico depende del mismo tipo de neuronas y neurotransmisores que se encuentran en el sistema nervioso central, algunos expertos médicos lo llaman nuestro “segundo cerebro”. El “segundo cerebro” en nuestro intestino, se comunica con el cerebro en nuestra cabeza y juega un papel clave en nuestra salud mental. La conexión entre ambos o el eje cebero-intestino funciona a través de señales bioquímicas entre el sistema nervioso entérico, y el sistema nervioso central. El vínculo de información principal entre el cerebro y el intestino es el nervio vago, conocido por ser el nervio más largo del cuerpo.
Los microorganismos en el intestino producen muchas sustancias químicas, incluidos neurotransmisores como serotonina, melatonina y acetilcolina. Estas hormonas pueden afectar directamente la función cerebral y la salud mental y de esta manera se traducen en los numerosos beneficios de los probióticos.
Un pequeño estudio publicado en el 2017 encontró que el 64 por ciento de las personas con ansiedad o depresión de leve a moderada que tomaron un probiótico diario durante seis semanas mostraron una mejora en los síntomas de depresión durante ese tiempo. (2) Solo el 32 por ciento de las personas que tomaron un placebo inactivo mejoraron. Las imágenes cerebrales con resonancia magnética funcional también mostraron que las personas que tomaban el probiótico tenían cambios en áreas del cerebro involucradas en el estado de ánimo. Los investigadores dicen que esto sugiere que los probiótico tiene propiedades antidepresivas.
De hecho, los probióticos que se utilizan para tratamientos para la salud mental incluso tienen su propio nombre. Se les llama psicobióticos.
Los probióticos y la depresión
Muchas investigaciones recientes sobre el uso de probióticos para la depresión y otros problemas de salud mental muestran resultados prometedores. SIn embargo, muchos de los estudios existentes son relativamente pequeños y difíciles de replicar. Esto hace que sea difícil saber qué tan efectivos son en realidad.
Los resultados de un pequeño estudio de agosto del 2017 sugieren que el probiótico Bifidobacterium longum NCC3001 puede mejorar la calidad de vida y reducir los síntomas de depresión en personas con síndrome del intestino irritable. (3)
Otro estudio del 2019 le dió seguimiento a 110 pacientes que fueron divididos de manera aleatoria en dos grupos para investigar los efectos de suplmentación con los probióticos Lactobacillus helveticus y Bifidobacterium longum junto con el prebiótico galactooligosacárido. Al concluir el estudio, se reportó una mejoría significativa en el puntaje del IDB (Inventario de Depresión de Beck) para aquellos pacientes que tomaron estos probióticos y prebióticos. (4)
Resultados como estos, han impulsado a psicólogos para implementar probióticos en paralelo con otros tratamientos. Hay cada vez más evidencia de que los probióticos funcionan mejor mejor cuando se usan junto con otros medicamentos y psicoterapia. Sin embargo, está claro que es necesario realizar más estudios para poder sacar mejores conclusiones y lograr entender cómo funciona esta misteriosa interacción.
La disbiosis como causa de la ansiedad
Tus genes y tus factores ambientales a veces pueden jugar un papel en la ansiedad pero los expertos están comenzando a ampliar su pensamiento y muchos ahora están investigando otras posibles causas y asociaciones. La dieta y la nutrición son el factor principal que se está explorando actualmente, junto con un posible vínculo entre la salud intestinal y la ansiedad.
La disbiosis a menudo se define como un “desequilibrio” en la comunidad microbiana intestinal que está asociado con la enfermedad.
Ahora se cree que las personas que experimentan síntomas de ansiedad lo hacen a causa de este desequilibrio y por lo tanto, pueden beneficiarse de la suplementación con probióticos y prebióticos. (5)
La neurología autoinmune y la salud intestinal
En años recientes se ha establecido una relación entre la microbiota, la inflamación y las afecciones mentales. Algunos estudios sobre el autismo han analizado los efectos de los antibióticos sobre los síntomas del autismo, algo que también se ha probado con la esquizofrenia. En teoría, los antibióticos pueden afectar las bacterias intestinales de una manera que podría reducir los síntomas de enfermedades mentales.
Un estudio publicado en el 2014 demostró que los pacientes con esquizofrenia vieron mejoras en sus síntomas mientras tomaban un antibiótico llamado minociclina. (6)
Los antibióticos pueden disminuir la inflamación en el cerebro, lo que disminuye los síntomas de la esquizofrenia. Los investigadores en el campo relativamente nuevo de la neurología autoinmune señalan otras afecciones que se parecen al trastorno bipolar, la epilepsia o la demencia, pero que desaparecen cuando el sistema inmunológico se inhibe con medicamentos.
Sin embargo, otros científicos piensan que los antibióticos alteran el microbioma, lo que afecta el sistema inmunológico y disminuye la inflamación en el cerebro.